Contínuo crecimiento

El Capitalismo aceleraba cada día más el consumo de recursos en aquel planeta finito.
Su escalada exponencial se inclinaba, más y más, bajo la adormecida mirada de aquellos seres hipnotizados.
Efímera sociedad aquella que se lo jugaba todo al contínuo crecimiento, al contínuo consumo.
Triste destino, para una especie que tantas veces se había vanagloriado de su consciencia e inteligencia.

Erisictón

Pese a los avisos, las grúas siguieron ocultando los atardeceres.
El crecimiento desenfrenado transmitía tranquilidad… todo continuaba igual. Cemento, petróleo, turismo, rebajas… 
Pero aquella sociedad seguía teniendo hambre, la misma que Erisictón, un hambre abstracta y cuantitativa que jamás pudo ser saciada.

La sabiduría de las calles

Letras, palabras, párrafos, textos, libros… configuraban las historias de los trovadores callejeros que se empeñaban en transmitir los conocimientos.
Las nuevas generaciones impedirían, que las gotas del rocío, borraran la sabiduría de las calles de la ciudad.

La noche buscaba

La noche buscaba fachadas entre las calles de una capital costera. Quizás solo era un juego, en la simple búsqueda de las formas, de la luz, de las estrellas de su propio universo.

Lo llamaban desarrollo

Subían laderas, coronaban volcanes, ocupaban llanos por donde corrían las arenas…
Lo llamaban desarrollo.
Quizás era la evolución de aquella especie que un día comenzó a usar herramientas… 

Días extraños

Días extraños

 

Vivíamos días extraños.
Los descendientes ya no recordaban aquellos amaneceres gélidos.
El polvo atmosférico, del que obteníamos el hierro y el fósforo para mantener en marcha las máquinas de la ciudad, a veces era más necesario que el agua.

Polizones

Polizones

 

El viento hacía girar el Sol. Su fuerza impulsaba el agua de mar hasta los cocederos. Y de éstos surgía el preciado conservante blanco.

Pero ya no era necesario el trabajo artesanal.
Todo llegaba de fuera, en contenedores, de más allá de los confines del mundo.
Pero éstos no volvían vacíos.
Las almas de aquellos valores que una vez habitaron esta isla volcánica, subían en ellos…

Como polizones.
Sin rumbo conocido.

Pinceles

Pinceles

 

Trazaban el horizonte como pinceles, dibujando la silueta montañosa de una isla en medio del Atlántico.

La Marina y su horizonte

La Marina y su horizonte

 

Poco quedaba de aquella industria que nos había ayudado a ser lo que somos.
Poco de su gente, de sus historias, de los carpinteros de ribera…
Poco de las idas y venidas de barcos, de las sardinas y gaviotas, de Naos…
Quizás solo la Marina y su horizonte…

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