La queja

Mi refugio era la queja, el paso atrás, el silencio. Siempre habría un culpable. Vivía en el lugar más cómodo. La simple queja me ayudaba a seguir sintiéndome parte de esta sociedad de miedos. La acción siempre dependerá de otro, yo no tengo tiempo. Bastante hago con quejarme.

Los culpables fueron todos

Hasta las obras de aquellos seres eran efímeras. El corto espacio-tiempo de su presencia física marcaba su cultura, sus valores y sus prioridades… Quizás las fugaces ventajas de aquella era tecnológica establecieron el final de uno de sus ciclos.
Todos buscaron culpables… sin pensar que los culpables fueron todos.

La sombra del refugio





La sombra del refugio, en aquel país inhóspito, permitía mantener una pequeña esperanza. Sus seres, forjados desde la lítica, anhelaban las gotas de lluvia… pero aquellas no llegaban.

Emergencia social

En el reflejo de la Emergencia climática apareció la Emergencia social, para situar a aquella especie ante su futuro.
Pequeños serían los peligros externos en su planeta origen, frente al verdadero daño de su propia imagen interna
(de su propia especie).
Primero, desilusiones (en el intento de mantener su propio castillo de naipes), luego desconfianzas (en la búsqueda de culpables) y por último, desplazamientos (en la búsqueda de esperanzas).

Pobres marionetas

En la nueva normalidad de los privilegiados, se comenzaba a vislumbrar, cada día más, las diferencias entre semejantes.
Aquellas pobres marionetas no lograrían explicar a los descendientes cómo volvieron a repetir los mismos errores del pasado.
Los recursos iban escaseando, las oportunidades se agotaban…

Complejidad infinita

Entonces, abolieron las leyes antiguas que hablaban de conquistas, de méritos, de logros, de fronteras,…
Y comenzaron a dignificar la experiencia, la empatía, la colaboración, la escucha, la ayuda…
Al fin, se dieron cuenta que todo dependía de una complejidad infinita de relaciones,…
Solo entonces volvieron a recuperar su humanidad.

La ceguera humana

Habíamos construido castillos imposibles de superar, agotando todos los recursos que suponíamos inagotables para la condición humana y configurando una insostenible realidad.
Las decepciones futuras de nuestros semejantes tendrían fácil explicación, la ceguera humana.

La belleza del origen

Buscaba poetas que le ayudaran a comprender su desgracia. Pero nadie se atrevía a cuestionar la belleza del origen.
Esa noche, descansó a los pies de Zonzamas.

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